*En una vieja casona colonial del Siglo XVIII del Centro Histórico de Xalapa, que alberga el Centro Recreativo Xalapeño, una escultura de bronce que rinde tributo al placentero arte de leer
Javier Salas Hernández
Xalapa, Ver.- Ximena jamás baja de su pedestal y nunca se le ve deambulando por los largos corredores de la vieja casona colonial del Siglo XVIII que sirvió de posada para los viajeros. No es un fantasma, es un recuerdo y una inivitación
Sentada al borde de la fuente, con sus pies en el aire y entrelazados, se le ve contenta con la mirada puesta en las hojas del libro que sostiene entre sus manos, con la cabeza inclinada a donde desciende una trenza que cuelga sobre su hombro.
Ella forma parte al homenaje al gusto por la lectura, a ese placentero arte que facilita la comunicación, que mejora el vocabulario, la gramática y la escritura. Su hogar es el Centro Recreativo Xalapeño, un recinto abierto a la promoción y difusión de las diversas expresiones artísticas y culturales. El lugar idóneo para la niña lectora.
El escultor José Luis Pérez Sánchez dejó muy bien plasmado en “Ximena, la niña lectora” ese acto placenteros de leer para trasladarse a otros mundos imaginarios.
No es una niña maltratada que se refugiaba en sus libros para olvidar su triste realidad. Es una niña cuyo abuelo decidió que su figura quedara inmortalizada en una escultura, ya que la nieta y sus padres emigraron al extranjero en busca de una mejor oportunidad de vida.
Cada tarde Ximena acudía puntual a su cita, al patio de su casa, con libro en mano, se acomodaba en una mecedora y se adentraba a ese maravilloso mundo que ofrece una buena obra literaria.
Ximena es una ferviente lectora y su abuelo disfrutaba observarla cada tarde, pero desde su partida, esas tardes se han vuelto sombrías, sin color, ese patio ahora refleja un escenario otoñal, como cuando las hojas de los árboles se secan y se marchitan.
Por eso, pidió al escultor José Luis Pérez Sánchez que labrara una escultura en bronce de su amada nieta. El artista trabajó únicamente con fotografías de la pequeña Ximena y en solo una ocasión tuvo una oportunidad de conocerla en persona, en uno de sus regresos al terruño cuando sus padres decidían pasar unas cortas y eventuales vacaciones.
Por un corto tiempo el abuelo colocó a Ximena en el patio de su casa, pero no es lo mismo observar una estatura fría e inmóvil, y fue en uno de esos momentos que decidió donarla como un homenaje a su nieta y a la lectura.
Ahora, Ximena, al igual que la Puerta de Alcalá, está ahí, viendo pasar el tiempo e invitando a la lectura.